El pasado 31 de marzo de 2009 Barcelona recibió con los brazos abiertos a los que han sido y siguen siendo una de las bandas de rock duro más famosas de la historia: AC/DC. Miles de espectadores catalanes y venidos de todas partes del mundo acudieron al “Palau Sant Jordi” dónde el grupo australiano difundió su energía como lleva haciéndolo desde años. Las canciones se difundieron en el espacio como si el aire estuviera cargado de una corriente eléctrica que ponía los pelos de punta a todos los expectantes jóvenes y otros no tan jóvenes que seguían el ritmo de Angus Young como en sus primeros tiempos allá por los años 60, recitando Back in black, Big Jack, Dirty deeds done dirt cheap, Shot down in flames, Thunderstruck, Black ice, etc.
Y como siempre, que no faltó el espectáculo que el grupo ofrece en todos sus conciertos, desde los Cañones de Navarone a la altura de la trompeta de Chet Baker, las campanas de Hells Bells , un corto de animación un tanto porno y hasta una locomotora irrumpiendo en el escenario acompañando los éxitos Rock and roll train y Hell ain't a bad place to be. Hasta el público en plena crisis se animó a comprar los cuernos rojos que iluminaron la masa de gente que llenaba el Palau. La escenografía fue simple: luces en bóveda de cañón, una plataforma que elevó un solo de guitarra que llegó a los límites de lo ensordecedor, una pasarela por la que podían desplazarse en ciertos momentos clave del espectáculo y un muro de amplificadores desplegados por todo el escenario.
El concierto procedió sin descanso y sin perder en ningún momento ni el ritmo ni el estridente sonido duro que desprendían. Es más, fue pautado con los clásicos Shoot to thrill, You shook me all night long, Whole lotta Rosie, y de bises Highway to hell y For those about to rock.
Pero esto no termina aquí porque, el 1 de abril AC/DC actúan en Madrid, el 4 en Bilbao y en verano vuelven para ensordecer a aquellos que en el primero se quedaron en la estacada y para aquellos que se quedaron hambrientos de más rock duro australiano. Se han agotado ya las entradas y la cuenta atrás ya ha empezado.
Y como siempre, que no faltó el espectáculo que el grupo ofrece en todos sus conciertos, desde los Cañones de Navarone a la altura de la trompeta de Chet Baker, las campanas de Hells Bells , un corto de animación un tanto porno y hasta una locomotora irrumpiendo en el escenario acompañando los éxitos Rock and roll train y Hell ain't a bad place to be. Hasta el público en plena crisis se animó a comprar los cuernos rojos que iluminaron la masa de gente que llenaba el Palau. La escenografía fue simple: luces en bóveda de cañón, una plataforma que elevó un solo de guitarra que llegó a los límites de lo ensordecedor, una pasarela por la que podían desplazarse en ciertos momentos clave del espectáculo y un muro de amplificadores desplegados por todo el escenario.
El concierto procedió sin descanso y sin perder en ningún momento ni el ritmo ni el estridente sonido duro que desprendían. Es más, fue pautado con los clásicos Shoot to thrill, You shook me all night long, Whole lotta Rosie, y de bises Highway to hell y For those about to rock.
Pero esto no termina aquí porque, el 1 de abril AC/DC actúan en Madrid, el 4 en Bilbao y en verano vuelven para ensordecer a aquellos que en el primero se quedaron en la estacada y para aquellos que se quedaron hambrientos de más rock duro australiano. Se han agotado ya las entradas y la cuenta atrás ya ha empezado.
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